viernes, 20 de junio de 2014

8 segundos


Tienes frío. Un maldito virus te tiene bajo la manta mientras yo permanezco con la menor ropa posible. Las dos sentadas. Intentas acercarte, pero te miro con ojos como platos expresando mi incapacidad para soportar más calor. Retrocedes y te quedas "en tu lado del sofá".

El brazo asoma por debajo de la manta y la camiseta de manga larga deja apenas ver unos centímetros de muñeca y antebrazo.

Mi dedo índice te busca. Se posa en tu muñeca. Se desliza por ese tramo descubierto y ahora re-descubierto. Avanza lentamente rodeando el perímetro, rozando como pluma tus venas. Mientras las dos miramos al frente, mi dedo prosigue su aventura, incapaz de cesar en el empeño. Te dejas. Simplemente te dejas. Tropiezo con el puño de la manga y entiendo que es el límite de esa pequeña porción de brazo.

8 segundos. El tiempo suspendido en el roce con tu piel. El vello erizado. La profunda sensación de tocarte. Y los suspiros que oigo y que me indican que mi dedo basta para que olvides de momento ese maldito virus.

La promesa de lo que vendrá los próximos días...

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